Con este artículo comienzo la publicación de una serie de centrada más en la psicología del traider que en aspectos puramente técnicos, creo que en este mundo la mentalidad emocional es el aspecto más importante para un buen traider.
Del trading lo único que he aprendido por ahora, (único pero
muy importante) es la necesidad y utilidad de una disciplina emocional y,
sobre todo, intelectual, lo que se plasma en la construcción de sistemas.
Un sistema es un conjunto de reglas que van determinando las actuaciones de respuesta
al impacto de la evolución de los
mercados en nuestra cartera de inversión.
El uso de estrategias de inversión tiene por objetivo preservar el capital acumulado y, a ser posible, incrementarlo pero siempre teniendo como guía fundamental la conservación del capital. A medida que el capital va siendo más importante, también van siendo más determinantes los resultados de la gestión financiera, dentro de su natural e inevitable volatilidad, hasta un punto donde se puede empezar a plantearse el prescindir de los ingresos externos (objetivo de todo traider pero alcanzado por muy pocos).
La independencia financiera no sólo depende de los ingresos,
sino también de los gastos. Estamos dentro de una sociedad dominada por un vacuo
consumismo que proporciona a un amplio segmento de la población las rentas suficientes
para practicarlo (evidentemente, pienso en el contexto en el que vivo, el de la
sociedad española, el mundo en conjunto es otra cosa, por desgracia). Alcanzado
un cierto estatus personal y profesional, no alto, sino de simple clase media,
un consumidor racional puede ahorrar con relativa facilidad.
Para plantearse la independencia financiera con garantías,
es absolutamente necesario un ejercicio de racionalización del gasto. Podemos distinguir
tres tipos de gastos: los verdaderamente imprescindibles, los que son prescindibles
pero deseables, porque contribuyen significativamente a mejorar nuestra calidad
de vida, y los prescindibles, que no nos aportan nada o bien la obtención del dinero para
pagarlos supone un esfuerzo desproporcionado respecto a lo que nos
aportan.
Lo que queda tras este proceso de depuración será el nivel óptimo de gasto, que varía según los individuos y sus gustos, pero que es mucho más bajo de lo que nos sugiere el modelo social imperante. El nivel óptimo de gasto está constituido por la suma de los gastos imprescindibles y deseables y podemos optar entre esperar a alcanzarlo plenamente o asumir ciertos sacrificios en los gastos deseables a cambio de acceder antes al objetivo de independencia. Ello depende de cuanto valoremos esa independencia.
Una referencia indicativa de cual sería el capital necesario para afrontar la independencia financiera es, una vez calculado el importe de los gastos anuales necesarios de acuerdo con lo indicado más arriba, multiplicarlo por 40. Es decir, si nuestro gasto anual previsto es de 15.000 unidades monetarias (euros, dólares o lo que sea) necesitaremos 600.000 unidades monetarias.
¿Que no queremos esperar a semejante acumulación de capital?
Tenemos el atajo del apalancamiento sobre el que asienta el equívoco atractivo
del trading. Al operar con productos derivados sólo se exige un depósito que supone un porcentaje muy pequeño
del subyacente sobre el que se está operando. Por ejemplo, el futuro sobre el
eurodólar tiene un subyacente de 125.000 dólares, pero sólo requiere depositar
2.400 euros de garantía, es decir, menos del 5%. De esta manera multiplicamos
por más de 20 nuestras ganancias respecto a operar al contado.
El problema está en que los resultados se liquidan diariamente
y si estamos en pérdidas hemos de reponer el dinero o se liquidará la posición usando
las garantías para cobrar la deuda. Así que necesitaremos más dinero que el de la
garantía para ir cubriendo esas pérdidas (mucho más en realidad), lo que va reduciendo
el apalancamiento y, en consecuencia, la fantástica rentabilidad que en teoría
se puede obtener.
Teoría que alimenta toda la insufrible charlatanería en
Internet y fuera de Internet sobre como hacerse rico con la especulación en los
mercados sin apenas tener que aportar capital inicial.
El planteamiento más serio al respecto, practicado por cualquier auténtico trader profesional, pasa por varias etapas hasta determinar el capital necesario.
Primero, crear un sistema es decir un conjunto de reglas de
actuación que nos va a indicar que lo que tenemos que hacer, cuando
entrar, cuando salir, donde entrar, cual es el tamaño adecuado de la posición, etc.
Luego aplicar estas reglas a una serie histórica de datos
que nos dará una estadística, no del todo exacta porque la realidad es
más compleja que la simulación teórica, aunque bastante aproximada si ya se
conocen los recovecos de esa realidad, como los llamados "deslizamientos" (slippages).
Esta estadística nos dará el importe del peor pérdida (drawdown) del sistema en el pasado. La cantidad mínima necesaria será
la suma de la peor pérdida más las garantías. A partir de
ahí es aconsejable (personalmente diría que imprescindible) un margen de
seguridad adicional ante la posibilidad de que las rachas de pérdidas futuras sean
mayores que las pasadas.
El resultante permite apalancamiento, pero mucho menor que
el teórico. Por ejemplo, si la máxima racha de pérdidas ha sido del 25% en un futuro
euro-dólar tendremos que
tener un capital mínimo de 125.000*25%= 31.250 más las
garantías. Si queremos aplicar la regla del 40 antes indicada, tendríamos, para
el ejemplo de una renta de 15.000, que operar con 4 futuros y disponer de al menos
125.000 dólares, más las
garantías adicionales, más el margen de seguridad que
consideremos prudente.
Un trading bien aplicado, siguiendo la metodología descrita
y siendo riguroso en la aplicación de las reglas del sistema, es algo sólo al alcance
de una minoría de personas
por razones de índole psicológica. Suponiendo que tengamos
las cualidades psicológicas adecuadas, que es mucho suponer de entrada, yo soy un
tanto escéptico sobre el trading como opción válida para garantizar la
independencia financiera.
Mi primera objeción es de índole más general y conceptual,
se refiere a la fragilidad de los conocimientos obtenidos con una metodología
meramente estadística. Esto se debe a lo que en filosofía se conoce como
"el problema de la inducción", cuya explicación en detalle excede
este texto, pero que está detrás de la "misteriosa" querencia
de los sistemas a tener drawdowns mayores que los previstos
en el estudio previo o a, sencillamente, dejar de funcionar, ofreciendo a la larga
resultados distintos y mucho peores de los previstos, para desesperación del
trader novicio.
A este problema, intrínseco e inevitable, intuyo que se está
sumando otro que puede desembocar en unas esperanzas bastante sombrías de futura
rentabilidad. Me refiero asu
generalización.
Una parte del éxito histórico del trading que ha permitido a
algunas personas vivir con los beneficios obtenidos se debe a su escasa
difusión, producto las elevadas barreras
de entrada en forma de altas comisiones, dificultad de
acceso a la información sobre precios y sobre estrategias, e inexistencia o
insuficiencia de herramientas de análisis.
Esta situación ha cambiado drásticamente con la introducción
de las tecnologías de la información, con el acceso masivo a Internet y con la globalización. Ahora es
fácil y muy económico operar y, además, hay acceso gratuito o barato a la
información y a herramientas de análisis muy sofisticadas.
El resultado es que muchísimos jóvenes de todo el mundo nos
sentimos fascinados por el atractivo del trading y comienzan a operar.
La inmensa mayoría
terminarán arruinándose o aburriéndose. Pero, como estamos hablando de
una oleada a escala planetaria, los supervivientes van a ser muchos
numéricamente y además muy capacitados tras la darwinista
selección.
Esto puede desembocar en unos rendimientos decepcionantes en
la medida que el crecimiento en el volumen de los mercados debido a la
globalización no baste para compensar el aumento de operadores. Y también en
una mucha mayor exigencia de capacidad personal para afrontar con unas mínimas
garantías de éxito un entorno tan competitivo.
En tu caso personal hay una objeción adicional. En ningún
caso el trading puede ser una salida a una situación laboral y económica difícil
porque requiere una situación emocional lo más estable posible. Operar requiere
unas cualidades naturales de autocontrol emocional, pero la persona más
autocontrolada del mundo difícilmente podrá aguantar la tensión que supone el estar
operando con la amenaza de que una racha de pérdidas más grande de lo esperado
le deje le deje literalmente sin dinero para comer.
Mi opinión, para resumir es:
1. Que te olvides del trading como alternativa y busques
otro tipo de actividad desde la cual obtener un dinero con el que luego probar con
el trading, sabiendo que su eventual pérdida va a ser desagradable, pero no
trágica.
2. Que dediques un esfuerzo a diseñar y poner en marcha un
plan de racionalización del gasto, en la línea de lo que te he apuntado. Es algo
que siempre y en cualquier circunstancia te va a merecer la pena. Aunque no
llegues a alcanzar la independencia plena, habrás dado un paso de gigante hacia
ella y a disfrutar más de la vida con menos dinero.
3. Si realmente te gusta el trading, primero intenta
aprender. Hay buenos libros y también buena y amplia información en Internet. Empieza
con "paper trading"
haciendo operaciones imaginarias para ver cómo funcionan los
sistemas. En un momento dado, salta a operaciones reales pero con cantidades
pequeñas de dinero y estando en la situación apuntada en el punto 1.
4. Si la experiencia va confirmando que realmente te gusta y
que tienes cualidades (ambas cosas), puedes plantearse objetivos más ambiciosos,
incluso la dedicación a tiempo completo, aunque me permito recordarte mis
objeciones. No pretendo convencerte de lo contrario, sino que seas consciente
de los riesgos que corres
aunque las cosas te estén yendo bien.
5. JAMÁS confíes tu dinero a gente que te ofrezca a cambio
grandes rentabilidades mediante el trading. Si fuera tan sencillo y seguro
ganar dinero, ¿por qué no arriesgan el suyo? Aún partiendo de cantidades
iniciales modestas, la reinversión de los beneficios y el interés compuesto
conducen en unos pocos años a rendimientos astronómicos si la tasa es lo suficientemente
alta (por encima del 20% anual).
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